Es necesario reconocer que la búsqueda por la evolución tecnológica es premisa en el Poder Judicial brasileño. Tenemos las cortes más modernas del mundo, por ejemplo: en la Justicia Estatal, el 77,98% de los procesos tramitan de forma digital, según los datos más recientes del Consejo Nacional de Justicia (CNJ).
El resultado de la modernización de la Rama Judicial está en el aumento de agilidad en la prestación de servicios en la sociedad. Según el último “Justicia en Números” del CNJ, en 2017 el índice de atención a la demanda entre los tribunales de justicia se situó en el 107,33%, lo que significa que la cantidad de procesos está disminuyendo. En el mismo año, cada magistrado juzgó 1.844 procesos.
Una consecuencia del aumento de la produtividade es la facilidad de acceso al Poder Judicial. Los ciudadanos están más consientes de sus derechos y cómodos en acudir a la Justicia. En el 2017, los Tribunales estatales recibieron 1.349.494 nuevos casos.
Entonces caemos en una aparente contradicción: al mismo tiempo en que la tecnología ayuda a desahogar la Justicia, también facilita el acceso, aumentando la demanda. La respuesta para este reto está en las nuevas tecnologías: Inteligencia Artificial, Ciencia de Datos, Big Data, Computación Cognitiva, etc.
Cabe destacar tres actuales y relevantes ejemplos: proyectos en el Supremo Tribunal Federal (STF) y en el Supremo Tribunal de Justicia (STJ) de Inteligencia Artificial para agilizar la clasificación y reparto de los procesos; el uso del acervo del Poder Judicial como un poderoso Big Data por soluciones de jurimetría y análisis; y el desarrollo del sector de Legaltechs y Lawtechs, trayendo la cultura de la innovación de las startups para el medio jurídico. Todos estos casos son solos algunos ejemplos que muestran que la evolución tecnológica sí es premisa del Poder Judicial brasileño.