La justicia social y las ciencias y tecnologías, son dos de los asuntos más relevantes e intrincados que tienen repercusiones de gran importancia en el entorno actual.
Por un lado, la justicia social abarca el concepto de garantizar la distribución adecuada y equitativa de recursos y oportunidades en una sociedad, mientras que las ciencias y tecnologías engloban las herramientas, métodos y procedimientos empleados para concebir, desarrollar y perfeccionar productos y servicios.
Las ciencias y tecnologías favorecen la justicia social al ampliar el acceso a la información y la educación, empoderar económicamente a comunidades desfavorecidas, facilitar la participación ciudadana y el activismo en línea.
Asimismo, permiten aumentar la conciencia sobre injusticias, proporcionar datos para abordar desigualdades y permitir la conexión global de voces marginadas.
Sin embargo, su impacto positivo depende de un diseño y uso responsables, complementados con esfuerzos políticos y de sensibilización.
Por esa razón, en este artículo abordaremos de qué manera las innovaciones científicas y tecnológicas están moldeando las dinámicas de la justicia social en nuestra sociedad actual.
Ciencias, tecnologías y justicia social: una relación en evolución
En septiembre de 2015, durante la Cumbre de las Naciones Unidas, se aprobó por unanimidad la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. En este marco, se conoció de manera significativa el papel fundamental de la ciencia, la tecnología y la innovación como herramientas esenciales para lograr los objetivos de desarrollo sostenible (ODS).
Además, se estableció el Mecanismo de Facilitación de la Tecnología de las Naciones Unidas (TFM) con el propósito de respaldar este enfoque.
El principal foro multilateral anual dedicado a la Ciencia, Tecnología e Innovación (CTI) en relación con los ODS es el Foro CTI. A través de este foro, se ofrece la plataforma principal del TFM para llevar a cabo discusiones sobre temas de interés compartido entre los Estados miembros y las partes involucradas en el ámbito de la CTI, en el contexto más amplio de la Agenda 2030.
En la Agenda de Acción de Adís Adeba, los Estados miembros asumieron el compromiso de integrar estrategias de ciencia, tecnología e innovación en sus estrategias nacionales de desarrollo sostenible.
Por otra parte, durante el Foro CTI en 2017, los participantes resaltaron la importancia de establecer hojas de ruta y planes de acción en relación con la CTI en niveles subnacionales, nacionales y globales.
En este encuentro, se subrayó la necesidad de incluir medidas para monitorear los progresos y se enfatizó que estas hojas de ruta deben incorporar procesos de evaluación para identificar lo que funciona y lo que no, generando revisiones continuas que fomenten un auténtico ambiente de aprendizaje.
¿Cuál es el potencial de la ciencia, tecnología y la innovación?
La CTI, tanto en sus formas tecnológicas como no tecnológicas, tienen el potencial de impulsar el crecimiento económico al mejorar la productividad, reducir costos y aumentar la eficiencia.
También desempeña un papel fundamental en abordar y mitigar los desafíos sociales, al mismo tiempo que se exploran soluciones efectivas para los problemas medioambientales. En esencia, la CTI contribuye de manera significativa a los tres pilares del desarrollo sostenible: económico, ambiental y social.
Beneficios y desafíos de la implementación
El potencial de las ciencias y tecnologías para influir en la justicia social es diverso y puede tener tanto efectos positivos como negativos. En un sentido, la tecnología puede funcionar como un instrumento para cerrar la brecha entre grupos históricamente marginados o desfavorecidos, proporcionando acceso a recursos, servicios e información.
A modo de ejemplo, la tecnología en el campo de la telemedicina tiene la capacidad de mejorar el acceso a la atención médica en regiones rurales o descuidadas, ya que a través de la atención médica remota, se reduce la necesidad de viajar y se amplía la disponibilidad de recursos de atención médica.
No obstante, existe otra cada de la moneda: la tecnología también puede contribuir a agravar las desigualdades preexistentes al perpetuar prejuicios o dar origen a nuevas formas de discriminación.
Por ejemplo, se ha documentado que las herramientas de selección de personal impulsadas por inteligencia artificial muestran sesgos contra mujeres y personas de color.
De manera similar, se ha podido comprobar que la tecnología de reconocimiento facial es menos precisa al identificar a personas de piel más oscura en comparación con aquellas de tez más clara.
Por otra parte, la utilización de algoritmos de predicción policial también ha sido objeto de críticas debido a su capacidad para perpetuar sesgos ya existentes y provocar la vigilancia policial desproporcionada en ciertas comunidades.
Casos de estudio: aplicaciones de ciencia y tecnología para promover la justicia social
Caso de estudio 1: ciencias y tecnología en la educación
La incorporación de la tecnología en el ámbito de educativo presenta la oportunidad de cerrar la brecha entre los estudiantes que tienen acceso a recursos y aquellos que carecen de ellos.
Mediante la tecnología, los estudiantes pueden acceder a información, recursos y oportunidades de aprendizaje que de otro modo no estarían a su alcance.
Un ejemplo concreto es Khan Academy, una plataforma en línea que ofrece recursos educativos gratuitos a cualquier persona con conexión a Internet, lo que ha resultado en una mejora en el acceso a la educación para aquellos que quizás no disponen de acceso a los métodos educativos tradicionales.
Paralelamente, en Kenia, un programa conocido como Bridge International Academies ha alcanzado el éxito al utilizar la tecnología para mejorar el acceso a la educación de los niños en áreas rurales.
No obstante, la introducción de tecnología en la educación también enfrenta desafíos. Por ejemplo, los estudiantes que carecen de acceso a dispositivos tecnológicos o a una conexión confiables a Internet podrían enfrentar desventajas.
Además, preocupaciones sobre la calidad de los recursos educativos disponibles en línea y la posibilidad de que los estudiantes se distraigan con la tecnología durante las clases, también han surgido como cuestiones importantes.
Caso de estudio 2: brecha digital
La brecha digital se refiere a la disparidad entre personas o comunidades con acceso a la tecnología y aquellos que carecen de dicho acceso. Esta brecha tiene implicancias significativas en términos de justicia social, ya que puede perpetuar desigualdades ya existentes o generar nuevas formas de desventaja.
Los esfuerzos para cerrar la brecha digital han abarcado iniciativas para facilitar el acceso a la tecnología y a la conectividad a Internet, así como programas orientados a impartir competencias digitales en comunidades marginadas.
La Comisión Federal de Comunicaciones (FCC) de los Estados Unidos, por ejemplo, ha implementado varios programas para extender el acceso a la banda ancha de Internet en zonas rurales y para familias de ingresos bajos.
Del mismo modo, la iniciativa Digital India se propone proporcionar acceso a Internet y servicios digitales a todos los ciudadanos de la India.
Sin embargo, el tema de la brecha digital es complicado y otorgar un mero acceso a la tecnología no garantiza automáticamente una equidad social. El acceso a la tecnología debe ir acompañado del desarrollo de habilidades y conocimientos digitales con el fin de asegurar que personas y comunidades puedan participar plenamente en la economía digital.
Por otro lado, también existe el riesgo de que los esfuerzos por reducir la brecha digital puedan dar lugar a nuevas formas de desigualdad o exclusión. Por ejemplo, la utilización de plataformas en línea para ofrecer servicios gubernamentales podría marginar a aquellos que carecen de acceso a Internet o de competencias digitales.
Caso de estudio 3: acceso a la Justicia
La posibilidad de acceder a la Justicia y a servicios judiciales eficientes representa uno de los pilares para la construcción de sociedades sólidas, según la ONU.
No obstante, todavía existen cerca de mil millones de personas que se encuentran distantes de las instituciones judiciales.
Solo en aquellas regiones donde la Justicia Digital se ha establecido de manera sólida, la posibilidad de acceder a la Justicia se torna más sencilla y el proceso en sí adquiere transparencia, gracias principalmente a la implementación de tecnologías sólidas y seguras.
Esto es una muestra de como las ciencias y tecnologías favorecen la justicia social, ya que el uso de herramientas tecnológicas es lo que permite que las partes involucradas tengan la opción de monitorear el progreso de sus casos, contribuyendo así a un proceso judicial más transparente y accesible.
Herramientas disponibles
En aras de mejorar el acceso a la Justicia, una solución de automatización judicial respaldada por tecnología puede ser de gran ayuda. El uso de una solución de este estilo conlleva una notable disminución en los plazos de los procedimientos legales y una mayor celeridad en las tareas administrativas rutinarias, tanto para los magistrados como para el personal.
La digitalización del proceso también amplía el acceso tanto a abogados como a ciudadanos a la Justicia, al poner a disposición la información procesal las 24 horas del día.
Al mismo tiempo, proporciona la oportunidad de acceder a un portal web para consultar expedientes y enviar documentos legales según sea necesario, además de otros servicios relacionados.
Hacia un futuro transformador: impulsando la justicia social con ciencia y tecnología
La justicia social sigue siendo un objetivo fundamental en el que las ciencias y tecnologías se vuelven motores esenciales para lograr un cambio profundo en la forma de entender las necesidades sociales y atenderlas de manera efectiva.
En este contexto, las innovaciones científicas y tecnológicas demuestran su capacidad para cerrar brechas, mejorar el acceso a servicios y transformar paradigmas establecidos.
No obstante, es fundamental mantener una mirada crítica y considerar los desafíos que este enfoque transformador puede presentar. Por ende, la brecha digital y los riesgos asociados con la adopción de tecnologías, como el reforzamiento de sesgos y discriminación, requieren una atención constante.
Esto hace necesario que los avances científicos y tecnológicos sean impulsados por un compromiso ético y la búsqueda de un impacto positivo en toda la sociedad.
Solo de esta forma se podrá lograr un futuro en el que las ciencias y tecnologías favorecen la justicia social, promueven la equidad y la igual de oportunidades.
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