La tecnología, dicen, siempre viene para mejorar la vida de quien es afectado por la propuesta, directa o indirectamente. Eso realmente parece ser una verdad. Se puede citar desde los grandes cambios, como los causados por la industria automovilística o internet, hasta las más sencillas, como las palancas de cambio de las bicicletas. Todas ellas, sin duda, trajeron facilidades para las personas, aunque necesitaron de un tiempo para que pasasen a hacer parte de la vida cotidiana.
La tecnología aplicada a la justicia, específicamente en la implementación del proceso digital, no es diferente de cualquier otro cambio provocado por la tecnología. Es decir, en ese caso, que todos los actores que hacen parte de la justicia deben adaptarse a ese nuevo modo de interactuar con la justicia.
Beneficios de la implementación de proceso digital
Si a los abogados no es más necesario caminar hasta los órganos de justicia para analizar los expedientes o, en algunos casos, cogerlos para llevarlos a su oficina, tampoco consiguen plazos adicionales por compartir el expediente con otra parte procesual – en el proceso digital todos poseen acceso simultáneo a los expedientes.
Es comprobado que el costo con papel disminuye, así como disminuye la dificultad de obtener cualquier información sobre el trámite de un expediente, pero las personas que pasan a operar en ese nuevo sistema necesitan más conocimiento tecnológico.
La verdad es que el resultado de la tecnología aplicada es bueno, pero el camino es difícil para muchas personas. Es necesario un gran esfuerzo inicial de adaptación, pero el proceso digital es un camino sin vuelta, y solo nos resta seguir adelante.